Están ahí, acechando entre las sombras. Cuando ven un grupo de chicas (perdón, quería decir un set), se abalanzan sobre ellas blandiendo la novia celosa. Sea lo que sea lo que contesten las chicas da igual, porque inmediatamente se pasa a la rutina número 2, luego a la 3 y así hasta ejecutar el plan perfecto que hace que las chicas caigan rendidas a sus pies, ¿o no? Son los robots sociales, los que ejecutan un patrón predeterminado para seducir a una chica. Hey, si le funciona a Neil Strauss en “El Método”, a nosotros también nos tiene que funcionar, ¿no?
¡El Ataque de los Robots Sociales!
Habréis visto a los robots sociales ahí fuera: un set es igual que el otro, una chica es igual que otra (sólo se diferencian en la calificación de su físico, porque claro a una TB9 hay que meterle tres negas, pero a una TB7 con uno vale – porque es lo que pone en el libro :P). Sólo cambian de frase para entrar porque se han aburrido de la anterior.
¡Ah, y qué decir de las rutinas! Esas preciosas perlas de personalidad enlatada, que le demuestran a la chica que somos un macho alfa y un líder con una personalidad sensual, todo a la vez. Demostraciones de valor traídas de casa, a veces hasta apuntadas en una chuleta o en el móvil. Las sueltas y las chicas se te quedan ahí pasmadas, con toda su atención puesta en ti. ¡Lo has conseguido! ¡Por primera vez en la vida las chicas te están echando cuenta! ¡Eres capaz de ligar!
Pero esto, ¿verdaderamente funciona?
Pues la respuesta es que sí, sí que funciona.
Las rutinas funcionan porque son trozos de conversación especialmente diseñados para interesar a las chicas: ¡normal que funcionen! Imagina que una chica medianamente atractiva se acerca a ti y se pone a hablar de una cosa que te interese, por ejemplo si te gusta el fútbol y estás en una discoteca con tus amigos y os llegan dos chicas medianamente guapas y os dicen:
“Hola, necesitamos una opinión masculina, a mi amiga le gusta el Barça y a mí el Madrid, ¿quién creéis vosotros que va a ganar la semana que viene? Si nos ayudáis a acertar la quiniela y nos forramos, después os invitamos a un chupito”
Vamos, decidme qué grupo de chicos no saltaría de inmediato a hablar con unas chicas tan descaradas (pero sin ser soeces). Enseguida empezarían los chicos a dar su opinión de un equipo o del otro… y entonces las chicas os dicen:
“Chicos, nuestra amiga Julia, que hoy no ha venido, se quiere operar el pecho, porque dice que tiene poco y se siente mal, yo le digo que eso no es razón, que es mejor estar agusto con lo que uno tiene, pero ésta dice que si se quiere poner más tetas y es su ilusión, que se lance a la piscina, ¿vosotros qué opináis?”
Venga, ahora decidme en serio que unas chicas que os dijesen esto no captarían vuestro interés inmediatamente.
No sé si alguna vez os habrá abordado una chica: sucede muy pocas veces, y cuando sucede la verdad es que ellas no se lo curran mucho, te dicen cosas como “Hola, ¿cómo te llamas?”, o peor aún, ni se atreven ellas mismas: “Hola, mi amiga te quiere conocer”. De acuerdo que para una chica es más difícil entrar: tienen más miedo al rechazo, y en general tampoco les hace falta porque ya les entran los chicos (aunque como es un caso raro, normalmente un chico al que le entra una chica no se pone borde). Pero aún así una chica que me llegase hablando de cosas interesantes despertaría mucho más mi atención, y la primera fase ya la tendría superada.
En ese caso, ¿qué más daría que la chica se trajese la frase preparada de casa? No habría absolutamente ningún problema. ¡Funciona! Los monólogos del club de la comedia son enlatados, y aun así nos hacen reír. Muchos incluso aunque no sea la primera vez que los escuchamos. ¿Qué problema hay entonces?
El problema es que si sólo usamos rutinas no estamos siendo nosotros mismos.
Esto que parece una chorrada es muy importante. Podrás pensar, “si así ligo, ¡qué más me da no ser yo mismo!”. Pues no, es un matiz muy importante.
Si nuestro juego está basado en rutinas, las chicas se sienten atraídas por nuestro material.
Si nuestro juego es natural, las chicas se sienten atraídas por nosotros.
La diferencia es muy importante, porque en el primer caso, en el momento en que se nos acaba el material, ¡dejamos de ser chicos atractivos! En cambio, si desarrollamos una personalidad atractiva, seremos atractivos siempre, aunque nos quedemos en blanco y no nos acordemos de ninguna frase mágica que decir.
Esto se conoce como la Trampa de Entretener, a la que dedicaremos un artículo completo. Básicamente consiste en que a las chicas les atrae mucho lo que haces, pero no les atraes tú. Por tanto cuando se te acaba el repertorio, las chicas dejan de mostrar interés por ti, y normalmente se van. Y el robot social se queda pensando “vaya, he conseguido crear mucho interés, aunque después me ha faltado hacer un puente temporal y por eso no he podido cerrar”. Cuando en realidad lo que ha pasado es que las chicas tenían interés en lo que tú hacías, no en quien tú eras, por eso no tienen un interés especial en ti una vez que se acaba la función.
Aun así es posible llegar a tener algo con las chicas siendo un robot social. Haciéndole un juego enlatado a las chicas puedes fascinar a algunas de forma instantánea y así llegar a algo con ella. Porque francamente, hasta el juego enlatado es más interesante que lo que le ofrecen la mayoría de los chicos. ¿Pero luego qué? Si quedas otro día para tomar café con ella, ¿qué le vas a contar? ¿Más rutinas? Llega un momento en que tu verdadera personalidad tiene que salir a flote, y es ahí donde si tu personalidad real no es atractiva, la perderás.
Sin embargo, las rutinas sí que tienen sus ventajas: para empezar, nos sirven para no tener que pensar mientras estamos teniendo una conversación con una chica. Así podremos centrarnos en otros aspectos como la tonalidad y la cadencia de la voz, o el lenguaje corporal, sin tener que estar pendientes de lo que estamos diciendo. Y por otro lado son unos ejemplos muy buenos de lo que les gusta a las chicas. Los temas de las rutinas atraen a las chicas porque tienen unos rasgos atractivos: hablan de emociones, son misteriosas, impactantes, divertidas… si podemos incorporar estos elementos positivos a nuestro lenguaje cotidiano, haremos que nuestra forma de ser habitual tenga un efecto similar a las rutinas.
Ser un robot social no es del todo malo. Es mucho mejor que ser un pringao, de eso no cabe duda. Es mejor entretener a las chicas aunque sea con rutinas, que ser un pelmazo aburrido o un baboso agobiante y que las chicas pasen de ti. Así se va cogiendo rodaje y se va uno acostumbrando a charlar con chicas y a aprender a leer su subcomunicación, su lenguaje corporal y gestos, aprende uno a saber cuándo están interesadas y cuándo no. Vamos, que coges horas de vuelo.
Además para muchos seductores el ser un robot social no es más que una etapa. ¡No puedes llegar el primer día y esperar hacerlo bien y además de forma natural! Si has empezado hace poco y tu juego se basa en rutinas, ¡no te preocupes! Es normal. Es una etapa en la que estás aprendiendo lo que funciona y lo que no, porque de forma intuitiva no te sale.
Lo que no debes hacer es estancarte en el juego enlatado. Porque para empezar funciona peor, es menos atractivo y además te acabarás aburriendo de hacer siempre lo mismo. Los robots sociales se ven venir: las chicas los detectan, la mayoría saben perfectamente que les estás colando una patraña, y aunque pueden seguirte el juego, se dan cuenta de que no estás siendo genuino.
Por ello, para naturalizar tu juego lo que tienes que hacer es salir de tu zona de comfort. Según vayas viendo cómo responden las chicas a una cosa o a otra, podrás ir eliminando las rutinas y cambiarlas por juego natural (vamos, por “ser tú mismo”, pero un “tú mismo” mucho más atractivo ;). Así conseguirás ser un chico atractivo de forma genuina, y que las chicas se sientan atraídas por lo que tú representas, no por unas frases que leíste en internet. ¡Te sentirás mucho más agusto contigo mismo, te divertirás mucho más cuando salgas a ligar y tendrás mucho más éxito!
Lobo Feroz
Comenta este artículo en el foro: Robots Sociales